Ø Las claves del
aumento de nemátodos
Entre las teorías que
manejan los expertos para explicar los mayores efectos, que están teniendo los
nematodos sobre los diversos cultivos en el territorio de cualquier país, se
encuentra la falta de cuidado de algunos agricultores a la hora de desarrollar
sus proyectos.
Y es que muchos no se
preocupan de realizar una rotación de cultivos adecuada, generando que aumenten
las condiciones para que
estos agentes se desarrollen en el suelo.
Otra alternativa que
se baraja es la que se relaciona con el uso de plantas, semillas, materiales,
herramientas y maquinarias contaminadas. Cabe destacar que ésta es, una de las
situaciones más comunes para la diseminación de distintas plagas y enfermedades
en el campo.
Pero los expertos
también apuntan a razones más profundas y difíciles de demostrar. Una de ellas
está ligada con el progresivo aumento de las temperaturas en el país. Y es que
se sabe, que la temperatura del suelo ideal para el desarrollo de los nematodos,
oscila entre 20°C y 22°C.
Por lo mismo, las zonas más peligrosas para la
diseminación de los nematodos son aquellas donde hay temperaturas altas y
suelos livianos.
“Esto tiene una
explicación lógica: hay cultivos que tienen resistencia a nematodos, pero al
aumentar las temperaturas de los suelos, terminan por perderla y pasan a ser
susceptibles”.
Entre las regiones de
Arica, Parinacota y la de Atacama, por ejemplo, se pueden dar temperaturas
entre 26°C y 28°C a los 40 cm de profundidad del suelo, lo que en la práctica
permite que en ciertos casos, como ocurre con el nematodo Meloidogyne, se den ciclos de desarrollo tremendamente cortos.
Esto, en la práctica, significa que habrá mayores poblaciones de estos agentes,
dando vueltas.
“A medida que nos
vamos más al sur, los ciclos son más largos y las tasas de reproducción son
menores. Por lo mismo, los problemas van disminuyendo. Ahora, en la medida que
aparecen especies de nematodos , que se adapten a esas condiciones, se pueden ir
generando ciertos problemas”.
Ø La acción de los
nemátodos
Una de las
características que tienen los nematodos es que operan bajo tierra, por lo que
en la práctica su acción es un problema
invisible para los productores.
“En general, los
productores y asesores, no se preocupan mucho de lo que ocurre en las raíces,
ni de los síntomas que pueda expresar la planta aquí.”.
Cabe destacar que a
la hora de operar, los nematodos destruyen las raíces, haciendo que la planta
se debilite de manera importante, y quede expuesta al ataque de otros agentes
perjudiciales, como hongos y bacterias.
“Si se tiene suerte,
puede ser que con un programa super intensivo, se pueda eliminar a todos o a
gran parte de los nematodos. Sin embargo, también es posible que queden
problemas secundarios, los que probablemente harán inviable la sobrevivencia de
la planta.
Ø Apostar por la
prevención
La mejor estrategia
para defenderse de los nematodos es, de lejos, la prevención. Así, se recomienda
llevar a cabo una serie de tareas, donde se incluye: utilizar material vegetal
(semillas, plantas, estacas, etc.) certificado y elementos como sustratos,
bolsas macetas, y/o cualquier elemento para la propagación o manipulación del
material genético, libre de nematodos fitoparásitos.
De igual forma, se
recomienda mantener un programa de lavado de
las herramientas y maquinarias de
uso agrícola, tanto las propias como las provenientes de otros predios.
“Se debe eliminar,
especialmente, el suelo adherido a ruedas, discos de arado o cualquier parte de
las herramientas y maquinarias que puedan transportar nematodos, desde zonas
infestadas a zonas libres de estos fitoparásitos”.
En la misma línea, se
propone utilizar material vegetal con
antecedentes de resistencia y/o
tolerancia a nematodos fitoparásitos y mantener un programa de monitoreo
permanente. Este último punto, es especialmente importante que los agricultores realicen un examen nematológico, al menos
una vez por temporada, en huertos en producción.
En el caso de un
proyecto nuevo o de replante, lo ideal será que estos estudios se lleven a cabo
una vez por temporada, por al menos 10
años.
“Lo ideal es que el
productor monitoree la situación y vea cómo evoluciona. En algún momento ésta
se puede descontrolar, lo que llevará a que los índices de nematodos suban de
manera importante. En el caso de no contar con números, los productores, no se
darán cuenta de la acción de estos organismos, hasta que las plantas se
empiecen a debilitar.
Hay que recordar que
muchas veces las plantas pueden soportar , importantes ataques de nematodos,
sin evidenciar síntomas aéreos. De hecho, cuando los muestran por lo general,
ya es demasiado tarde.
Cabe destacar que los
análisis nematológicos, tienen un valor bastante accesible, para la importancia que tiene, el cual puede
rondar los 25.000 euros. Esto le permitirá al agricultor, saber lo que ocurre
bajo tierra, en un cuartel determinado de su huerto.
Ø La herramienta base
Si bien los
productores pueden seguir al pie de la letra cada uno de los consejos
especificados anteriormente, siempre existirá la
posibilidad de que algo falle,
y se produzca la entrada de nematodos al huerto productivo. Si eso ocurre, se
debe tener claro que existen ciertas herramientas que, en mayor o menor medida,
servirán para enfrentar a estos enemigos silenciosos.
Una de ellas son los
portainjertos, los cuales dependiendo de sus características pueden presentar
resistencias a diversas especies de nematodos. De hecho, son varias las
especies que utilizan materiales de este tipo, aunque existe una que lleva la
delantera por lejos: la uva de mesa. Lo mejor, dicen los especialistas, es que
desde que fueron implementados —hace más de 15 años— han respondido de manera
tremendamente positiva.
Sin embargo, esta
situación podría cambiar en el mediano plazo. Y es que en los últimos años, son
cada vez más los huertos puestos sobre portainjertos, que se están viendo afectados
por la acción de los nematodos. Esto ha llevado a que muchos productores,
después de más de una década, hayan tenido que aplicar nematicidas
convencionales, sobre las plantas para aplacar los efectos.
Si bien en la
actualidad no existe una explicación clara para esto, una de las posibilidades
que barajan los expertos se relacionada, con la
aparición de razas o subtipos de nematodos,
que hayan roto la resistencia.
Los nematodos, como
cualquier otro ser vivo, tienen la capacidad de adaptarse y presentar en
algunos casos una mayor virulencia, la que a su vez depende de la capacidad de
estos organismos, de quebrar la resistencia de los portainjertos. Esto, muchas
veces, se ve acrecetando por factores ambientales.
Lo concreto es que
esta situación le ha planteado un nuevo desafío a la fruticultura: desarrollar
nuevos portainjertos que sean capaces de resistir la acción de las nuevas
especies de nematodos, que puedan haber aparecido. El problema es que esto no
es fácil de conseguir, en especial cuando buena parte de los portainjertos que
por estos días se están probando en España provienen de otros países.
Destaca también que
esta no ha sido una tarea fácil, pues para
evaluar las características del
nuevo material, se deben realizar múltiples pruebas en invernaderos (para que
los nematodos cuenten con las condiciones ideales para su desarrollo) y
utilizar nematodos que estén presentes en el territorio nacional, y tengan una
virulencia marcada. Sólo así se podrá determinar cuáles son los portainjertos
más resistentes.
Ø La guerra química
Si la prevención y la
acción de los portainjertos falla, el productor inevitablemente deberá acudir a
la aplicación de nematicidas, lo que en la práctica. le permitirá bajar la
carga de nemátodos presente en la explotación, aunque no eliminarla
completamente.
“El problema es que
cuando el productor se mete en este tipo de manejos, tiene que tener claro que
será por el resto del cultivo, debido
a que estos productos no son capaces de
limpiar el suelo, sino que operan como un paliativo”.
Así, se debe tener
claro que en el mejor de los casos los nematicidas, serán capaces de eliminar alrededor del 70% de
la carga de nematodos de la zona de aplicación, lo que desde el punto de vista
estadístico no es nada de malo.
Sin embargo, cuando
existe una alta presencia de nematodos en un invernadero, el 30% que quedará
tras una aplicación exitosa, seguirá representando una cifra importante de agentes
para los cultivos.
Otro aspecto que se
debe considerar es que los nematicidas convencionales, son productos altamente
tóxicos. De hecho, la mayoría de los que existen en el mercado, corresponden a
insecticidas de alto poder y sistémicos, por lo
que eventualmente podrían
generar problemas de residualidad en la fruta.
“Pese a ello, para
los agricultores son productos que todavía resultan efectivos, por lo que
seguirán usándolos al menos por ahora. El problema vendrá en el mediano y largo
plazo, cuando las regulaciones y los requerimientos de los mercados de destino
sean cada vez más estrictos. Por lo mismo, creo que no son productos que tengan
una viabilidad más adelante, por lo que se debería comenzar a buscar nuevas
alternativas”.
De hecho, en la actualidad
la misma industria, está buscando nuevas moléculas, que sean más amigables con
el medio ambiente, y la salud de los consumidores.
Ø La esperanza
biológica
Dentro de las nuevas
alternativas que han surgido en el último tiempo, para enfrentar la acción de
los nematodos en el campo,
destacan los productos de origen biológico, los
cuales en general actúan como complemento de los nematicidas tradicionales
(mantienen a raya el problema, impidiendo que las poblaciones se sigan
multiplicando).
Nematodos parasitados por hongos |
No obstante, recientemente
se ha demostrado que ciertos productos en condiciones determinadas, pueden
llegar a reemplazar y eliminar por sí solos la acción de los nematodos.
“La mejor estrategias
para enfrentar a los nematodos o cualquier
otro parásito de este tipo es el “Manejo
Integrado de Plagas”, lo que implica desarrollar una completa estrategia donde,
por cierto, se incluye el uso de nematicidas químicos y también de productos
biológicos. Es importante que los productores tengan claro que esto es algo,
que se debe evaluar en el contexto de un manejo integral”.
Bacterias |
Hay casos, en que se recomienda
la utilización de nematicidas biológicos desde el comienzo del proyecto, con el
fin de que el producto pase a formar parte del sistema del huerto.
Si bien existen pocos
productos de esta gama —la mayoría
corresponde a enraizantes, bioestimulantes
radicales y hongos—, algunos de ellos han sido capaces de mostrar cierto grado de
efectividad, a la hora de enfrentar el problema.
Así se comercializan bioantagonistas de nematodos. A esto se agrega
la idea de que muchas veces esos productos son probados, con especies de
nemátodos distintas de las que se encuentran en nuestro país, por lo que no
resulta extraño que al ser aplicados en territorio nacional, no muestren los
mismos resultados que en sus lugares de origen. Otro aspecto que se debe
considerar es el mal uso que muchas veces, hacen del producto los agricultores.
“Los utilizan de
manera indiscriminada, bajo cualquier condición, como si se tratara de
nematicidas convencionales. Esto lleva a que pierdan su efectividad”.
Así, los expertos
coinciden en que lo ideal es que este tipo de productos sean producidos, con el
fin de que se utilicen estándares de calidad mínimos y se puedan asegurar
aspectos básicos como que su
fecha de vigencia sea la adecuada o se haya
mantenido la cadena de frío.
Desde hace algún
tiempo, se viene trabajando en el desarrollo de nuevas alternativas de origen
biológico que, permitan ayudar al control de nematodos en el suelo. Una de
ellas se relaciona con el desarrollo de rizobacterias, aisladas de suelos
supresivos, las cuales con el tiempo se han ido probando bajo distintas
circunstancias con muy buenos resultados. De hecho, ya se encuentran registradas,
por lo que pronto podrían salir al mercado.
Ø Costes altos
Es importante saber,
que recuperar un cultivo que está infectado
por nematodos, es muy difícil solucionar
desde el punto de vista práctico. Incluso si se hicieran todos los esfuerzos,
resultaría una tarea arduo y tremendamente cara para el productor.
Y es que se tendría que ejecutar un programa
cada seis meses por al menos, tres temporadas, que contemple el uso de
nematicidas, estimulantes,
enraizantes y materia orgánica.
Según los cálculos de
un programa de estas características, podría alcanzar un costo para el
productor, cercano a los 10.000-10.200 euros /ha/año. El problema, es que una
vez realizado el plan, se deberán llevar a cabo pruebas, “porque puede ser que
éste no haya sido efectivo”.
14.- TOMA DE MUESTRAS PARA DIAGNOSTICO NEMATOLÓGICO.
Para la confirmación de un diagnóstico en campo, siempre será necesario el análisis de muestras de suelo y raíces en el laboratorio, que nos permitan confirmar la presencia de los
nemátodos sospechados.
Debido a
que los nematodos
no pueden ser observados directamente en campo, deben
ser extraídos
del suelo
o
muestras vegetales, y
luego
identificados y contados al microscopio.
Si el cultivo es
vertical, deberán tomarse muestras de
raíces y suelo, para confirmar que los
nemátodos son la causa del problema. En tal caso, el mejor momento para hacer un muestreo, de las poblaciones de nemátodos en campo, es desde la mitad hasta el final de la estación de
crecimiento del cultivo hospedador, cuando los nemátodos
están más activos y las densidades
son
más elevadas.
Cuando el muestreo se realiza previo al cultivo, las muestras deben ser tomadas antes de la
siembra,
y
siempre
antes de cualquier tratamiento con
plaguicidas o fertilizantes.
Las
densidades de nemátodos
obtenidas permitirán
predecir,
si los
niveles
en suelo son
suficientemente altos, como para
causar daños a los cultivos y si algunas medias de control son
necesarias.
Del mismo modo, estos muestreos predictivos son útiles en cultivos perennes en los que se efectúa un seguimiento
regular de las densidades nematológicas, y según los datos
decidir en qué momento aplicar los nematicidas.
Para la toma de muestras de suelo se pueden utilizar tanto una
pala,
como diversos tomadores especialmente diseñados.
El tomador de tipo Auger, es de los más utilizados y consiste en un cilindro de unos 2-3 cm de diámetro y entre 20 y 40 cm de longitud, abierto por un lado lo que
permite obtener catas de estas profundidades.
El auger
se introduce en el suelo hasta la profundidad deseada
se
gira varias vueltas para cortar un cilindro de suelo y se
saca. La columna de suelo se deposita en una bolsa de plástico, con la ayuda de una uña metálica o de madera. En
general una muestra se compone de varias catas.
Para evitar errores en la estimación, hay que
tomar un número elevado de catas, en diferentes puntos
del campo a muestrear, y agruparlas en una muestra sencilla, en la que se estimará el número medio de nemátodos. La superficie
a incluir en una muestra,
no debe sobrepasar
2 Ha y debe representar un área homogénea, dentro de un campo según historial de cultivo, tipo de suelo u otras variables.
Fincas más grandes, deben ser divididas en subparcelas y
muestreadas separadamente. En general, se recomiendan densidades de toma alrededor
de 60 catas por Ha. Y combinar todas las catas, en una bolsa o cubo de plástico, mezclar
bien y traspasar aproximadamente 500 cm3 de suelo, a una bolsa de plástico
para
enviar al laboratorio.
Las muestras deben ser tomadas preferentemente alrededor de las zonas de crecimiento radicular, en general entre 5 y 30 cm. de profundidad, y deben incluir suelo y
raíces. El suelo
no
debe
estar muy húmedo ni
muy seco. En el caso
de
cultivos arbóreos, se muestreará la llamada zona de goteo del árbol, en la vertical del borde marcado por la copa de este.
Cuando tratemos de investigar
la presencia
de
nemátodos en material vegetal,
se seleccionarán trozos del
mismo, procurando que pertenezcan a las
partes afectadas, preferentemente en
sus
límites con zonas sanas.
Las muestras deben colocarse en bolsas de plástico cerradas para prevenir su secado, mantenerse a temperatura fresca durante el transporte, y evitar el contacto directo con la luz solar.
Posteriormente cerramos la bolsa, e incluimos nombre y número de muestra, en una etiqueta dentro de la bolsa, y con un rotulador fuera de la bolsa.
Luego colocamos la bolsa en un contenedor fuerte, para prevenir roturas y enviarlo
al laboratorio de análisis,
junto a un formulario semejante al siguiente, en el que se debe incluir la mayor cantidad de información disponible, respecto al cultivo, parcela, síntomas, etc.
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